En diversos campos se manifiesta la profunda crisis del capitalismo argentino. En el terreno económico que es básico, determinante, la crisis no tiene posibilidades de ser solucionada por varios años. En 1973, el gobierno peronista con Gelbard en el timón de la economía, lanzó con bombos y platillos un gran plan de estabilización y desarrollo capitalista hacia la "Argentina Potencia". Los pilares de ese plan fueron la llamada política de "concertación" o Pacto Social con el que se pretendía maniatar a la clase obrera y detener su lucha, un gran saldo favorable de la Balanza Comercial lograble gracias a sustanciales aumentos en las exportaciones, y una nueva corriente de grandes inversiones extranjeras principalmente de origen europeo. Esos tres pilares resultaron totalmente inconsistentes. El Pacto Social fue destrozado por la lucha obrera y popular, no hubo ninguna corriente de inversiones extranjeras, y la Balanza Comercial tuvo un solo ejercicio favorable, excepcional, para caer nuevamente a niveles que no permiten ni pagar los intereses anuales de las enormes deudas contraídas en el extranjero. Mediante la maniobra del GAN y el éxito de las farsas electorales de 1973, la burguesía proimperialista argentina logró cierta base para intentar con mínimas posibilidades, a mediano plazo, salir de su honda crisis económica. Esas posibilidades radican esencialmente en lograr contener la lucha de masas con el engaño y la represión, y tener asi las manos libres para avanzar en lo económico, ordenar mejor la producción, aumentar las ganancias empresarias, conseguir capitales extranjeros.
Comprendiendo esa situación, esa trampa, ese futuro peligro para los intereses liberadores del pueblo argentino, nuestro Partido levantó más alto el pendón de combate, llamó a continuar la lucha, y empleó al máximo sus posibilidades de acción inmediata política y militar aun a costa de ofrecer demasiado blanco al enemigo.
Tal esfuerzo no resultó vano, coincidió plenamente con la combatividad de nuestro pueblo, y fue un factor en la continuidad de la lucha que llevó al estrepitoso fracaso de los planes enemigos.
SE CONFIRMA LA LINEA DE NUESTRO COMITÉ CENTRAL
Hoy la situación ha cambiado. Como lo avizorara ya nuestro Comité Central "Antonio del Carmen Fernández" de septiembre de 1974, la derrota de los planes enemigos consolida la posición revolucionaria, abre una nueva etapa de grandes perspectivas, donde lo prioritario es la acumulación de fuerzas, la construcción sistemática y a largo plazo de las fuerzas revolucionarias, el despliegue progresivo de la movilización de las más amplias masas, de las inmensas energías de nuestro pueblo.
El reconocimiento del fiasco económico peronista, las confesiones de Gómez Morales y la publicación de algunas estadísticas, apartan el velo que la propaganda oficial había montado para ocultar la realidad, permiten medir la profundidad de la crisis, dan la razón a los análisis y resoluciones de nuestro Comité. Central, haciéndolas más claras y concretas. Porque la situación económica que es el trasfondo determinante de la lucha de clases, indica que los enfrentamientos sociales han de continuar y aumentar durante varios años hasta convertirse en gigantescos y decisivos choques.
El marxismo-leninismo sostiene que la revolución es un resultado del agotamiento de un determinado sistema económico, en este caso el capitalismo, de su estancamiento y crisis. Que cuando un país vive una crisis de su economía se inicia un proceso revolucionario de aguda lucha de clases, cuyo desarrollo continuará mientras subsista las crisis económica. Que la situación prerrevolucionaria creada y la situación revolucionaria que le sigue, continúan en vigencia mientras la economía capitalista no logre recuperarse. Más aun, que la crisis revolucionaria, en el caso de que sea derrotada una primera insurrección, puede resurgir a cono plazo, mientras la burguesía no consiga estabilizar el capitalismo e imprimirle un nuevo desarrollo.
Por tanto, el fracaso de los planes económicos de la burguesía argentina, la imposibilidad de estabilización y resurgimiento económico por varios años que se desprende del análisis de la economía nacional, indica que las posibilidades de la lucha revolucionaria encontrarán enorme sustento a lo largo de los próximos años, que el tiempo ha empezado a correr a favor de las fuerzas revolucionarias.
EL FACTOR SUBJETIVO EN LA CRISIS ECONÓMICA
Es necesario recordar aquí también la tesis marxista - leninista del papel del factor subjetivo, es decir del papel de las organizaciones revolucionarias, reformistas y contrarrevolucionarias en relación a la crisis económica.
Con la economía en crisis y las masas movilizadas, las fuerzas de la reacción burguesa, sólo pueden iniciar el camino de la recuperación del capitalismo, después de contener o aplastar la lucha popular. Porque cualquier intento de estabilización y desarrollo, de "reconstrucción y despegue" como le llama la camarilla gobernante, requiere un gran aumento de la productividad del trabajo, es decir un gran aumento en la explotación de la mano de obra, y ello es imposible sin frenar a las masas con el engaño y la represión.
Con fuerzas revolucionarias activas y organizadas es imposible detener la lucha popular como lo demostró Vietnam desde 1930 a 1975, durante 45 años que pasaron en constante movilización revolucionaria sin ningún periodo de estabilización capitalista. Ello se debió fundamentalmente al accionar del Partido de los Trabajadores de Vietnam que con correcta línea político-militar vertebró la masiva, constante y consecuente lucha del pueblo vietnamita.
En cambio, la inexistencia o fragilidad de las fuerzas revolucionarias y el predominio del reformismo o la contrarrevolución, tiende a debilitar y agotar la lucha de masas, a frenarla y desviarla en el caso de predominio reformista, o a imponerle derrotas sangrientas y hasta el aplastamiento militar, en el caso de predominio contrarrevolucionario, abriendo en ambos casos para el enemigo posibilidades reales de reconstrucción y desarrollo.
LA VIDA DEL PARTIDO
La burguesía proimperialista argentina ha sufrido una nueva derrota estratégica con la frustración del plan peronista, mientras en el campo popular se acentúa la movilización y la acumulación de fuerzas. Ello da mayor consistencia y seguridad al esfuerzo revolucionario, coloca al tiempo de nuestra parte y nos permite acentuar los esfuerzos a largo plazo.
Las justas apreciaciones del Comité Central de septiembre han puesto a nuestro Partido oportunamente en la senda correcta, y durante lo que va de este año hemos logrado avances iniciales de gran importancia. Es necesario persistir y mejorar en esa dirección, cumplir exactamente las resoluciones de los organismos dirigentes, trabajar con planes, fundirnos con las masas, formar los cuadros, organizar las células y direcciones, desplegar con inteligencia, audacia y valor todas las actividades revolucionarias.
La fuerza y habilidad para el combate que hoy necesitamos más que nunca el vigor, la paciencia, la valentía y la inteligencia surgen, como sabemos, de la vida del Partido. Por ello, es que hoy, más que nunca, la principal preocupación de todo revolucionario debe ser fortalecer las células del PRT, garantizar su ligazón con las masas, asegurar la más intensa actividad y vida de Partido.